domingo, 25 de octubre de 2015

Capri, una isla de luz

Un sinfín de caminos románticos y atardeceres sanadores. Vidrieras. Una caverna mágica repleta de voces. Resonancias napolitanas que consiguen sonrisas. Fotógrafos embelesados.
¿La inmensidad se hizo isla?

#CapriIsCalling



Lo tiene todo y lo sabe: Belleza natural, historia, fama y glamour. Sin ser un destino que necesite demasiada publicidad, la isla de Capri es la auténtica soberana del golfo de Nápoles. Es conocida como un punto turístico inalcanzable y de nivel pero, afortunadamente, una o dos noches en la isla son suficientes para visitar sus atracciones principales y aceptar que nos robó el corazón.

Para llegar, hay embarcaciones desde varias ciudades. Abordando el catamarán en Salerno, el paisaje es extraordinario. La vista desde el mar de la Costa Amalfitana y de Positano representa una delicia para los amantes del obturador. Cada foto durante la travesía es digna de un fondo de pantalla y eso nos hace sentir excelentes fotógrafos, porque hasta la espuma del mar parece posar para nuestra lente. 

Amalfi


Positano

En esta zona la hermosa costa italiana nos reserva espectáculos únicos. Cuevas, perforaciones y otras curiosas formaciones de la tierra que hacen que el trayecto marítimo no sea para nada monótono.




Después de una hora y media de recorrido, ya se avistan los imponentes montes y a medida que se acortan las distancias, la estatua de un niño desde una roca saluda a los visitantes.



Finalmente en  Marina Grande, el puerto principal, nos recibe un panorama mozzafiato (que deja sin aliento, breathtaking) y nuestras expectativas aumentan aún más. 



El centro: Entre el glamour y el romanticismo

Callecitas angostas pero luminosas. Edificaciones blancas con bellas arcadas y decoraciones florales. Locales con techos bajos e impecables toldos decorativos. Luis Vuitton. Dolce Gabbana. Prada. Valentino. Fendi. Gucci. Hoteles de lujo, confiterías y vegetación.  El paseo es invitante y los pies caminan solos.


El centro histórico tiene su corazón en la piazza Umberto I, mejor conocida como “La Piazzeta”, con su torre de reloj y sus bares con mesas al aire libre. Se destaca la vista maravillosa que, al atardecer, permite apreciar el efecto contraluz en los montes y la paulatina iluminación de la ciudad. Capri nos regala la primera fila para contemplar cómo el crepúsculo rosado rebota en sus paredes inmaculadas.




Llama la atención la fachada plena de banderas del Grand hotel Quisisana, cuyo nombre significa “aquí se sana” y es una curiosidad porque fue originalmente creado como un sanatorio por un doctor británico en 1845. Aunque haya sido transformado en hotel, ¿existe algo más sanador que unos días de relax en un lujoso hotel de Capri? 

Siguiendo esas callecitas irresistibles, llegamos a un camino muy romántico. Un pasillo de flores, pintorescos pinos itálicos y paisajes entre zonas hoteleras y residenciales que enamoran por sus puertas y decoraciones.

Luego de una caminata apasible y sentimental alcanzamos el objetivo: el impactante mirador de Punta Tragara.  Junto al edificio histórico de la ex Villa Vismara vale la pena reposarse en los simpáticos bancos en forma de bote y contemplar el paisaje o acercarse a la baranda y tomar fotos hasta agotar la tarjeta de memoria. La vista de los famosos Faraglioni es pacífica y vertiginosa a la vez. Esas inmensas formaciones de piedra se erigen en el mar y adornan un paisaje que ya es hermoso por demás. Y en ese momento, luego de tantas tiendas de diseñador y lujo, Capri nos recuerda que lo suyo es la naturaleza, que su belleza va más allá de la fama que le crearon.



La grotta azzurra y sus ecos napolitanos

La gruta azul no es la única en Capri pero seguramente es la más popular. Una docena de botes repletos de turistas curiosos hacen fila para ingresar por la estrecha abertura. Una cadena ayuda a los barqueros a tomar impulso. En los dias de marea alta, la entrada se ve verdaderamente reducida y ubicarse en el bote requiere cierta destreza fisica, por lo que no es recomendado para personas con poca movilidad o portadores de panza.



La experiencia dentro de la gruta dura aproximádamente 5 minutos y cuesta 13 euros más mancia (propina) para el remero. Luego de una espera que puede variar según la época del año, llega el  envión que puede salpicar bastante pero que en una cuestión de segundos, nos abre paso a la maravilla natural. ¿Y entonces? Oscuridad. Rápidamente nuestras pupilas se ajustan y la magia se materializa frente a nosotros. La cueva tiene 60 metros de largo y 25 de ancho. El agua es azul cristalino completamente encendido, al punto que parece iluminada artificialmente.



Sim embargo, la excursión no es solamente un viaje visual. Apenas entramos, nuestro remero se transforma en cantante y las canciones napolitanas más famosas resuenan en la caverna con un eco que las multiplica. La sonoridad de la gruta es extraordinaria y es una de las grandes impresiones que deja el recorrido.

Las visitas se realizan todos los días desde las 9 de la mañana hasta las 17 en invierno y verano pero se suspende cuando hay demasiado viento o el mar se encuentra muy agitado. Según el sitio oficial de la isla, el mejor horario para apreciar la luminosidad del agua es entre las 12 y las 14.

Los destellos del paraíso

La visita a Capri presenta una infinidad de opciones que esperan por ser descubiertas.  Playas, senderos para apreciar los panoramas, excursiones en lancha y  ventanas al paraíso. Sin embargo, para llegar a apreciar la belleza completa de nuestra anfitriona,  no podemos irnos sin conocer las vistas y sensaciones que Anacapri tiene para ofrecer (próximo post). 

Capri está llamando y vale la pena decirle que sí. ¿El secreto de su encanto? Es una isla que despierta recuerdos luminosos. Dejémonos bañar por su esplendor al menos una vez en la vida.

#TheMapIsCalling




No hay comentarios.:

Publicar un comentario